domingo, 6 de abril de 2008

insomnio

Día uno.

Las 3:00 AM.
Y es lo mismo, noche tras noche se repite la escena. Ahora es la parte en que se levanta, va al baño, hace pis, toma un vaso de agua y se mira al espejo. Descubre su cara con unas ojeras mas violetas que la noche anterior.
Vuelve a acostarse. No hay forma, el clásico culo para arriba no da resultado pero tampoco de costado o media vuelta.
Con almohada, con dos almohadas. Sin almohada.
El insomnio puede mas, la afecta hace un tiempo. Las 5:00 y se levanta, calza sus pantuflas, su salto de cama y se dirige a la cocina, prepara una taza de leche caliente y vuelve al nicho a ver si puede.
Las nueve y es hora de levantarse. Horas de sueño: 2
Va a la tan visitada cocina, pone la pava y se hace unos mates. alimenta al gato, riega las plantas.
Los pelos enredados de tanta vuelta y con esa cara emprende caminata al trabajo.

Día dos

Llega fatigada, sudor frío, no es un buen barrio para caminar de noche. Pleno junio anochece a las 18:00 y su horario de salida en el negocio es precisamente ese.
Mitad de mes y escasean alimentos, da igual ya que no hay animo para cocinar, se hace unos fideos con salsa y pasa tres horas mirando la caja boba para conciliar el sueño.
Va a acostarse casi zombie pero en el momento en que apoya la cabeza en la almohada se despabila por completo.
Se pregunta si estaría

Día tres

Le cruje el estomago. Es normal, los humanos comemos cada dos horas aproximadamente. Ella había ingerido la fruta hacia unas 6, y seguía dando vueltas en la cama. Fue hasta la cocina y los dedos de los pies se le congelaban. Se acordó del hombre y volvió a preguntarse si esa noche estaría.
Tomo un te con leche y se quedo pensando, en el hambre y el frio, y cuanto añoraría su cama caliente que sus nervios no la dejaban disfrutar.
Se acostó nerviosa, crispada. Escuchaba atentamente el ruido de la gota que cae de la canilla que pierde en el lavadero. Recordó que no había tomado las pastillas.
Volvió a levantarse, pero no a tomar las pastillas. Agarro una campera, una vieja bufanda violeta y los zapatos. Bajo.
Y ahí estaba.
El indigente del barrio, acostado en el porche del edificio de al lado.
Lo vio temblar debajo de una frazada raida azul y roja a rayas.

Día cuatro

No lo pensó dos veces. En lugar de leche caliente prefirió callar a su rugiente estomago con galletitas de limón, antes el comer sola en la cocina a altas horas de la noche la deprimía. Con el tiempo se acostumbro. Pero esta noche estaba triste.
Agarro su campera, la misma bufanda y los mismos zapatos.
Bajo, fue al edificio de al lado y se animo a hablarle.
El hombre desconcertado salió por debajo de la frazada y la miro con unos ojos extraviados.
Su nariz estaba fría y con una voz ronca le dijo – buenas noches-
Tímidamente se acerco a el, y le convido sus galletitas, el hombre, como era de esperar, acepto. De seguro su estomago rugía mas que el de ella.
Conversaron incómodamente, uno al lado del otro.
Los pájaros comenzaron a cantar y Laura decidió irse.
El se quedo pensando en ella. Hacia años que no conversaba con un alma solidaria. La gente solía darle pan y algún que otro abrigo, pero nunca le daban palabra, nunca le daban una sonrisa. Y el hombre no necesitaba del calor de una manta, necesitaba calor humano.

Día cinco

Ella no quiere dormirse, finge olvidarse de tomar las pastillas.
El no puede dormirse, esa noche siente mas frio que de costumbre, y ella ha habitado su cabeza por 24 hrs. y parece no querer irse.
Laura baja, esta vez con un termo y unos bizcochitos.
Alberto la estaba esperando. Se miran y no hace falta decir nada mas.
Solo quedan migas. y ella sigue temblando.
El mira la taza vacía, y le da vergüenza ofrecerle su frazada rota y olorosa.
Igual lo hace y ella no la acepta.
El se arrepiente.

Día seis

a las 20:00 hrs. Laura esta feliz. Laura esta emocionada, sabe que no cenara sola. Pone los elementos en la mesada y se esmera en preparar carne al horno con papas y batatas.
Una buena cena suculenta para calentar el estomago y el alma.
Baja emocionada pero el hombre no esta.
Se sienta a esperarlo y lo ve llegar, trae una flor en la mano.
Ambos sabían.
Laura no llevo un termo ni un tupper, Laura llevo amor y lo invito a su hogar.
Alberto acepta, caminan, entran, suben en silencio por el ascensor.
Entran, la mesa esta servida y toda la casa huele a comida.
Huele bien.
Al sentir los sabores en su lengua el hombre recuerda muchas cosas.
Hablan de vidas pasadas.

No se que día.

Laura esta en la cocina preparando arroz con verduras. Esta cantando.
Alberto esta esperando que sea la hora mientras se entretiene con un diario viejo.
Laura y Alberto cenan juntos.
Como hace un tiempo.
Laura y Alberto están felices
Como hace un tiempo
Laura y Alberto viven juntos
Como hace un tiempo
Laura y Alberto se van a dormir. Y duermen
Como hace un tiempo

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