jueves, 24 de abril de 2008

PaLoMaS SiAmEsAs

Cortazar hablaba de látigos y babas. Yo hablare de sudor y tinta.
Las paredes cubiertas de escritos transpiraban a la luz de las velas que ardían. Se divisaban en ellas dibujos e inscripciones de diversas culturas e idiomas.
Incluso el sánscrito.
Los cuerpos desnudos se entrelazaban en el suelo como serpientes, arrastrándose, retorciéndose
Ellos se dibujaban ropas sobre los cuerpos blanquecinos.
Ellos se dibujaban comida que se relamían
Pero solo saboreaban el sudor que supuraban sus poros.
En la habitación aumentaban los grados a medida que los cuerpos.
Colchón en el suelo, y ella salpicada de cera de vela gemía incansablemente.
Cuando su voz cesaba por un instante se escuchaba el goteo del tintero.
El poeta trazaba líneas sobre su espalda y con cada palabra su excitación crecía
La poetiza relataba historias de amor comenzando por su pecho y finalizando en la ingle.
Aquellas manos no se cansaban de escribir como tampoco de tocarse, de masturbarse.
Experimentaban nuevas sensaciones con cada historia.
Y eran distintas personas en cada relato, con diferentes historias eróticas que vivir.
Cada tanto tocaban escenas de sexo convencionales pero no era muy a menudo.
En esas ocasiones jugaban a excitarse como un par de adolescentes y abrían un poco las persianas para hacerlo mas arriesgado, simulaban estar escondiéndose.
Los poetas no salían de ese antro repleto de papeles, repleto de historias, repleto de calor, repleto de sudor y tinta. Manchones en el piso.
No se separaban de sus plumas, y tampoco se separaban de ellos mismos.
17/04/08

para el hombre, 24/4

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