viernes, 26 de junio de 2009

Tempestad

Vine por ti bajo la lluvia,
Pero te has ido por la alcantarilla,
Al igual que las hojas perdidas de los árboles
Y la suciedad urbana que se hallaba desparramada
Por los cordones.

Tu nariz flota ahora entre las aguas estancadas bajo tierra.

Y la oscuridad carcome el brillo de tu pelo.

La calle esta desierta,
y el viento estampa las horas en mi rostro.

Mañana será un día luminoso,
La tempestad se ira con el correr inexorable de las horas
Reflejado en el frío escenario del reloj.

azul

Azul, como su mente creativa.
Azul, al igual que la brisa, azul… volátil.
Sangre azul, cuasi únicos. Especies en extinción.
Locura azul interplanetaria.
Sonrisa psicodélica, azul.
Azul su aura.
Azul la inspiración.
Color fuerte, seguro.
Azul, ser mutante.
Azul oscuro es tu lado oculto. Tu locura agresiva… comecerebros.
Mirada azul feroz.
Palabras frías azules rasantes.
Profundidad de tus ojos azul seguro confiable.
Tu sudor frío azul cristalino.
La melodía azul, música liberada por tu boca.
Fusión de universos.
Tu aliento azul frío invierno.
Tu textura, de frágil contextura azul, viento intocable.

Bizca los ojos

“voy a votar a la ex gorda” , dijo.
Hoy me asombre al ver a una nena de seis años decirle a su padre que estaba prefectura.
Que horror, diría B.
Una familia constituida por padre madre único hijo canta en la calle.
Con una pandereta. Y el niño sonríe, con un gorro de lana rojo en su cabeza.
Es como una película rusa de los ´30 o algo así.

Encuentro místico. Ya no me sorprende.
Voy a visitar el mar, y me da besos fríos y salados en todo el cuerpo.
Hablamos de la infancia.
De sapos pequeños, de huidas de hamsters, de encuentros de pingüinos escapados del zoo, de víboras perdidas y encontradas enroscadas en el CPU, de caracoles paseando por la casa. De tortugas comidas por las hormigas.

Viajo el sábado, así no voto. Hay que huir. Y el fiscal de mesa no tiene DNI.
Me mordió un perro. Termine con la hija de la dueña fumando en el auto. En pijama.

En la vereda
Delante mío
Camina una señora.
Rapidito
Con zapatos anticuados,
U ortopédicos, que se yo.
Mira para atrás
De reojo
Cada tres o cuatro pasitos.
Me tiene miedo, o lastima, o preocupación
Se ve, se siente, se huele.
“si supiera que con la plata que tengo para pegar llevo mas dinero que ella”
No tiene porque temer.
Pobre, comiendo su barra cartón transgénico 0%
Y yo saboreando el dulce de leche de las facturas en mis dientes.
Pero nose que pensara Cormillot.

El chico morocho que acaba de pasar tenía unos increíblemente grandes ojos azules.

Paso por una cuadra, un cartel de una obra de Evita cuelga en las alturas. Y al lado la decadencia desnuda argentina. Patético contraste.
En frente, una mujer canta una canción de flamenco con castañuelas por una moneda.

Entro a un kiosko. Me atiende un señor mestizo. (Creo que nunca use esta palabra)
Se levanta, me observa.
Yo le pago todo en moneditas. Y se pone contento. Hay una crisis de escasez.

Devoro. El estomago cual globo. Pero me encanta.
Veo formas en la comida como cuando niña.
Mi factura de dulce de leche tiene cara de tobogán.
Que dulzura de desliz.

Situacion 7

Tres personas presencian la demolición de un viejo teatro.
Plan de derrumbe.
Un niño suelta un globo rojo que se vuela por los aires.
Un viejo titiritero se detiene, ojea
Y sigue su rumbo de pasos cansados hacia la plaza.

Un colectivo se retrasa.
El aliento de la gente se visualiza cual humo al chocar con el grado bajo cero.
Sus cuerpos duros, como cuellos ortopédicos de tanto emponche.
Un linyera con su rostro colorado dormido junto al cordón.

La plaza sombría.
La playa vacía.
La ciudad fría.

Tan solo a unos pasos,
Tras las rejas oxidadas
Se encuentra un jardín secreto.
Donde un olmo le sirve de cobijo a una pareja de gorriones.
Y los nísperos maduros decoran la superficie verde
De los pastos crecidos.

finDsemanalargo

Al ingresar al lugar recibo un abrazo calido inesperado. De segundos.

Un hombre latino, colorcaribe, delgado… sube al escenario, se mueve como marioneta al son de la música, diciendo frases por sobre las pistas. Baila eróticamente, sensual.
Sube una silla al escenario, y cruzado de piernas, con sus botas rojas afiladas, dirige una clase.
Y el otro, me recuerda a un personaje de película, que jamás sabre a cual ni su nombre, pero su pelo negro lacio, chorrea bajo un gorro negro de galán en traje.

Esta ella, ya sabia, ella también. Nuestros encuentros son psíquicos.
Retribuciones perfectas y justas, en el momento preciso exacto. A los pulmones, la mente, la sed, el alma.

Aquel loco bello, único extraño, danza rápido. Como si la música en sus oídos retumbara a otra velocidad.
Baile de conejito.
Y la risa eufórica… despampanante.
Y hay que decirlo cuando uno no esta de acuerdo. Así impulsivo.

Por suerte mis visiones no jugaron en contra, me advirtieron.
Descarte antes.

Azul, azulado



Tiempo atrás la intuición.
Azul.
Color seductor que nos quiere atrapar.

-No corras que tengo frágil la cartera-
Gritaba, mientras nos escabullíamos de la ciudad.
Adentrando en los arbustos,
camino al mar, azul.

No nos dejemos caer al azul infinito, caminemos por el verde.
Verde Saturno.
No quiero estrellar mi cabeza en las rocas.
No hoy, no ahora.

Mis pies duelen, pero no dejan de avanzar.
Sus pulmones vomitan, pero quieren seguir recibiendo dosis.

Y mi inconciente cumple su promesa.

Sentías lleno tu interior, cual vida dentro del vientre.
Nos miramos, estamos solas vos y yo.
Te conozco más que a mi misma,
Y viceversa.
Nos tomamos de las manos, nos las apretamos.
Nos clavamos las uñas,
Nos arañamos los brazos, los codos, los hombros, y las mismas manos.
Cada vez más intenso, mas profundo,
desgarrador.
Necesitamos sentir al máximo.
Y el dolor nos brinda alivio.

Las extremidades rojas.
Traspasamos ese dolor a las paredes.
Pero lo único que duele ahora son los dedos,
ellas frías inertes, nada sienten.
La pintura queda enredada en nuestras uñas.
Y las escrituras en los azulejos disimulan los rayones.

Los cuerpos se fragmentan,
encajando perfectos con otros que no comparten su piel.

Tu cara que se oculta detrás de mi beso jamás dado.


Planetario Junio 09

Conexiones


Siento sensaciones ajenas.
La necesidad del otro, la ausencia.
En mi cabeza, sus pensamientos.
Poderes, magia, la intuición cotidiana aumenta.
Lo siento. Y ellos también.
Hechicera, me dijo una vez el flaco de voz especial.
El mismo que ahora me traspasa su música.
La melodía de su alma esta en mis oídos.
Adentra a mi cerebro. Cierro los ojos.
Las voces que yo sola ahora escucho, se que son el eco de sus cuerpos enmudecidos que me acompañan, me rozan, y me tocan para traerme de vuelta.
La música en boca, en grito de garganta post carraspera el humo.
Ya antes agonizaba por las noches mientras se aparecía en mis sueños.
Yo lo rescataba de lo mas simple, el me llevaba a lo complejo.

Confío en mi instinto desafiando a la gravedad. La bestia siempre es sabia.

Llamados de auxilio.
Nos vamos juntos, desparramados, nulos, a pie pateando.
Ahora estamos juntas, perdidas, entre los ruidos nocturnos y luces cegadoras.
Rompemos las fotos de esas caras que nos azotan por las cuadras, con sus falsas sonrisas y sus hipócritas promesas.
Todo esta húmedo, los cuerpos acalorados.
Una repentina ráfaga nos envuelve.
Las baldosas tiemblan, el piso se mueve, y las piernas caminan solas.
Separadas del sistema nervioso.
Descontroladas.
Vuelve el ser de la sonrisa desarmada, de la mirada macabra y nariz negra.
Hincándole el diente a las mentes magistrales tras una coraza artificial.

Ombligo observador.
Ser especial, frágil.
La lógica, la razón no son validas en este juego.
Hay infinitas respuestas, o tal vez no exista ninguna.
Yacía inmóvil, enmudecido.
Ella con una mirada le absorbió la tristeza, y la elimino en llanto mezclado con risas.
Necesitas estallar, tu cuerpo como piñata ya no lo soporta.

Y el destino, dejo una aguja enredada con hilo verde en mi cartera.

16 de Junio

El tiempo me corre, me apura, lo imagino grande, con patas como el de Alicia en el país de las maravillas.
Precipitada, así agitada. Así.
Las responsabilidades me tironean son como monstruos que sacan sus manos flacas cual raíces, sujetándome de las piernas.
Demorándome, desviándome del camino, llevándome por otros afluentes, alejándome del principal.
Y estoy hundida en la ciudad, mareada por sus luces, embebida en el humo toxico que destila.
Las ideas. Las gentes arañando mis ropas, tironeando mis crenchas.
Rasguñan mi cara.
La ciudad me deshumaniza, me despoja de todo lo que soy para dejarme sola desolada.
Y llego al objetivo, la mente en blanco, nublada, ciega.
Solo eso quiero, el, eso, el único azul azul.
Y la depresión total, profunda., intensa.
Me despido, me alejo del factor lo más rápido que puedo.
No tuerzo el cuello, no miro atrás.
Voy hacia adelante, aunque los pies me pesan y el cuerpo no sabe sui quiere desplomarse para no levantarse jamás, o si quiere correr velozmente con una potencia extrema y remontar vuelo cual gaviota.
Yendo al nicho por inercia me topo con dos payasos altos con sus caras blancas y un formal traje con detalles rojos a compose con sus narices.
Me arrancan una tímida sonrisa que no quiere salir.
Uno me regala una flor de globo, y me voy así impulsiva, así caminando rápido.
Hoy me permito estar sola, hoy me permito ahogar el llanto como quiero.
Hoy me lo permito. Para mañana levantarme más fuerte, mas decidida, mas prevenida.
Más más más.
Para seguir hoy paro.

Dia de perros

Salimos masticando el cadáver del almuerzo. Al point. Rápido, ansiosos. Con el buzo colgando, la mente nula.
Allí pega el sol en la espalda, el pasto es más verde, se escucha el barrio tranquilo.
Volamos, nadamos.
El árbol visto desde abajo forma una inmensa ola.
Y surfeamos en ella. Relajamos.
Si hay flower power mejor, mas intenso.
Y era uno de esos días.
Preparábamos para luego, repartíamos aquello a falta de capital.
Levitábamos
Un perro ladra, es un sonido punzante, molesta al tímpano.
El ladrido nos va a delatar.
Caen dos muchachos en una moto chillona, divisamos sus cuerpos entre el matorral que bloquea la entrada.
No me precipito.
Intuición non- civiles.
Baja uno, con la cara roja, la boca seca siempre abierta, los ojos perdidos, alagunados.
Pregunta por su perro, tras perra blanca.
Aun queda la mitad, reposando sobre mis dedos adormecidos, consumiéndose por el viento.
Se van.
Aparece un Golden lindo, atolondrado, baboso, excitado. Corre y corre.
Se revuelca, se queda.
Aparece el primero. Ladra.
Ladran
Corren, estrenan su nuevo shampoo sobre sus lomos brillantes y sedosos.
Buscamos sus dueños, con el cerebro hinchado, riendo, tropezando.
En un abrir y cerrar de ojos desaparecen, sin dejar rastro.
Nos busca amigo en el auto veloz. Ingresamos a la capsula.
Una melodía de jazz extraña se cuela por mis oídos.
Una batería la detona. Los tres en auto. Crecimos.
Llegamos al curso, los otros ojos miran curiosos adentro de los míos.
Buscan la explosión de las venas que quieren masticar las pupilas.
Aparece un perro vagabundo, manchado, buenudo, oloriento.
Se instala.
Todo se revoluciona.
Risas, pánico, desconexión.
Movilización de superiores.
Se lo llevan, arrastrando, a la fuerza, llora y gruñe.

Yo tengo un amigo que ladra.

Invierno en puerta

En un rincón de la plaza hay una especie de alcantarilla.
Profunda.
Dentro de esta los duendes capturan los objetos caídos, mientras se ocultan entre los centenares de hojas secas que reposan en el piso.
Apoyo mi cara contra la rejilla, siento el frío acero en mi rostro.
Oigo movimiento, y el eco de mi respiración.
Miro miro.
Vuelvo a sentirlo, fuerzo la vista.
El enrejado se marca en mi cara.

Tocan mi hombro, me sobresalto, es un amigo preguntándome por los otros, me cuenta que uno esta preso desde la noche anterior por robar peras.
Me río, mientras me incorporo. Me abrigo, saco mis guantes rallados a colores de adentro del bolsillo. Y estiro la gruesa chalina hasta cubrir mi nariz por completo.
Saludo.
Voy rumbo a casa, por inercia, imagino la situación, el lugar calido, unas milanesas sobre el plato, con queso arriba. Y papas y batatas.
Pero me detengo al pasar por una librería pequeña, ubicada en una esquina. Entro por una puerta chiquita, de ella pendía un llamador de ángeles. El ambiente estaba oscuro y olía a tabaco añejo y a esa humedad que despiden los libros antiguos.
Casi no había espacio para caminar, puesto que las torres de páginas amarillas irrumpían el paso.
Después de merodear entre prólogos, me decido por uno, cuya edición es la primera, la única, la más vieja. Me acerco a un mostrador donde me atiende un muchacho joven, delgado, con una remera de Pink Floyd y unos anteojos que agrandaban sus pequeños ojos marrones.
Dentro del libro una nota: “y espero a que llegue la pintura para embeber el rodillo y deslizarlo por las paredes de mi cuarto”
Tomo el libro entre mis manos nerviosas, y salgo por la puerta pequeña que cierro tras de mi levantando el polvo sobre las torres.

¡que pena!

La locura que adentraba por sus venas cansadas de tanto pinche recorría su cuerpo que estaba en venta detrás de la vidriera.
El tiempo había convertido su vida en una decadencia.
Ahora se encontraba en videos para mayores en cualquier hotel.
Jugaba una carrera contra el sistema, contra los años, contra el maldito tiempo.
Salir de esa rutina antes de que se lo comieran los gusanos.
Era difícil sobrevivir en los bajos de Barcelona.
Los lunes debía hacer espectáculos en el hotel Clavel con tres hombres mas, luego los ingresos eran divididos en partes iguales.
Durante el día dormía, y el terror se adentraba en sus sueños que pasaban a ser pesadillas.
Su familia nada sabia de el, no conocían su paradero y no se relacionaba con teléfonos o la computación como para tener algún contacto.
Con los años habían borrado la imagen de ese muchacho que huyo, y solo recordaban una vaga figura del niño que fue. Su madre solo conservaba una foto de un campamento que recurrió cuando niño, la mirada picara… si solo supiera lo que sucedió esa noche en la carpa. Pero mejor así.
Cuando los sueños de un hijo profesional se ven desplazados por un joven que cobra por hora no se siente muy bien.
Una vida social fracasada pensaba, mientras tiraba todo lo que tuviera su marca.
Incluso el documento, con esos dieciséis recién cumplidos se adentro en las calles oscuras y jamás volvió. Cambio su nombre, y no lo reconocerían ni en el cementerio.

Patin

Un hombre pelado juega en la rampa de skate con un monopatín.
Da una vuelta, dos, tres.
Sonríe.
Llega su familia, una mujer, un niño y una nena, la cual salta a su alrededor.
El hombre pide permiso a los muchachos que están sentados en la olla de skate, asienten, y el hombre se desliza por el borde, y apoya el monopatín cuidadosamente.
Su mujer sonríe, y mira con cuidado a los muchachos.
Uno toca un tambor de latón de pegamento. Los ruidos acacerolados combinan bien con la secuencia.
Un muchacho con múltiples aros en su rostro llega al cuadro.
El hombre le pide consejos y este termina saltando con el monopatín por la olla.

La niña juega a treparse por la rampa entre graffitis, cadáveres de vino y escupidas.


- hace media hora que la birra esta en el suelo, y aun siento una sensación rara en la espalda, porque estaba detrás mío, y sabia que no podía entregar mi cuerpo completamente en el banco-

- amo comer en este estado porque siento muchísimas sensaciones, es como si los gustos migraran al cerebro-

ELLA

El micro, cual cafetera estaba plagado de gente. El ambiente era puro bao
Sus bocas se movían, y volando en plena sintonía pude captar la sucesión de voces.
Apreciar cada conversación insólita. Mil voces no sincronizadas. Al cerrar los ojos el mareo. Un negro tamizado en grises que gira y la nausea.
Me evaporo de la situación, migro hacia otro espacio dentro de mi mente.

La encuentro a ella, quien se apareció luego de una noche loca, de ideas coloridas, una noche donde gire en un planeta ocre con el, una noche donde mi amiga vio galaxias en un aro plástico.
Ella vino en la resaca de la locura, cuando escuchaba dos músicas a la vez.
El oído izquierdo estaba atento a el piano que interpretaba una lenta canción atípica.
Mientras que el derecho escuchaba atentamente a los pibes, a ellos, los libros andantes, donde la base hecha con sus bocas es una pagina en blanco, y sus voces improvisadas la rellenan con historias, hacen arte con arte, ¿serán Románticos del siglo XXI?

Volvió a quien mi amiga llama Victoriana, una niña en crecimiento, mirada picara, grandes ojos negros, cabello muy corto negro uniforme, viste de colegio pero un poco rotosa. Tiene las piernas delgadas y una piel blanca. Sostiene unos libros y una planta en su otra mano. Aun no puedo plasmarla sobre el papel. Aun no puedo resolver quien es ella, que quiere, y porque se aparece en un rincón de mi mente.

visiones


Tres días a puro cambio climático,
Ahora es tarde a la noche, la plaza desierta,
llovizna finito pero alcanza para mojar mi tapado negro.
No hace frío por la humedad, mis ojos ven un hombre donde hay un arbusto, dibujan a su antojo presencias que no existen.
Con un palito de lo que solía ser un algodón de azúcar trazo en la arena mojada un dibujo abstracto.
Escucho un silbido agudo seguido de un ladrido grave.
Me dejo vencer por el sueño momentáneo.
Recibo una patada de chancho en el colectivo. Despierto.
Y veo a Fito Páez corriendo por los acantilados, descalzo en bermudas, y canta al ritmo del salto de sus pies. Despierto.
Recuerdo cuando el me contaba que se acostaba rendido para dormir en un profundo sueño hasta el día siguiente. No solía acostarse sin estar agotado,
odiaba el hecho de girar en la cama… escuchar el vacío.
Y sobre todo pensar, recordar, analizar.
Ahogarse en preguntas, y enredar las ideas como las sabanas.
El insomnio aparecía, y todo era más difícil.

deja de maquinarte!

Todo se ve diferente de noche,
con el estomago relajado y adormecido después de lleno, cuesta mas pensar.
Confundo las calles, del otro lado de la línea, ella también esta perdida, imagino sus ojos grandes moviéndose sin parar, sus cabellos negros divertidos bailando al mover su desorientada cabeza.
Damos vueltas, juramos Bolivar y es Córdoba.
Espero en el semáforo de la esquina del restaurante chino, la gente de adentro me mira desconcertada mientras mueven sus bocas, escupiendo pedazos pequeños de comida al hablar.
Mi garganta duele, me advierte un resfrío. Y el chaleco de arco iris no abriga mi pecho.
Los hombres se comportan como animales, ¿Por qué siempre me siento en una jungla?

Una bicicleta pasa delante de mis ojos, la conduce un hombre de larga barba gris y blanca, con un gorro pequeño rojo, una larga tunica blanca, y zapatillas “All Star” azules, ¡ que loco la globalización!

Una vieja camina lento, apoya cuidadosamente su bastón en cada baldosa.
Y veo como el tiempo deja su marca en las personas, los devuelve al ciclo.
De abajo venimos, por años olvidamos nuestras raíces, aunque los pies siempre están en el suelo. Cuando viejos nos encorvamos, como si quisiéramos enterrar la cabeza bajo la tierra cual flamenco.
los días dejan surcos de ríos secos en la piel… los huesos se agujerean y debilitan, la movilidad es cámara lenta, la memoria no quiere levantarse, y los sentidos se van alejando para nunca regresar. En los ojos se ve una laguna, agua tranquila. El cuerpo es mar sin olas ni disturbios… la correntada de la adultez ya paso.

Me siento observada, cruzo de calle siento una nube negra sobre mi cabeza, cual dibujo animado.Pero me doy cuenta que la lluvia eran solo niños tirando agua por el balcón.

- nena tenes la mochila abierta -
- no, esta rota, gracias igual -


Enfrente “los otros” escuchan cumbia, lucen distinto, una rubia teñida le canta “gato resentido” al novio. Un muchacho se aparece con una moto azul las chicas se abalanzan sobre el. Y uno dice “ahora es un galán”

- ¡ey!-
- Menos mal que llegaste-
- ¿por?
- Yo me entiendo. -

escena 4

Con manzanas rojas en un banco rojo, con los ojos rojos.
La garganta roja la fiebre roja
El corazón rojo el alma roja
El instinto rojo.

La gota que quiere caer, que pende de una hoja,
que pende de un árbol,
que pende de la Tierra
que pende de un universo.
Que gira.

Las lenguas como rodillos pasan por el helado cremoso.
Un gordo frente a nuestros ojos, del otro lado del mostrador, también lame un helado.
Una vieja esta vestida de blanco, de pies a cabeza, a compose.
Unos zapatos manchados porque las baldosas están flojas.
Una larga pollera antigua.
Un saco de lana y sobre su cabeza, unos pocos cabellos blancos.


Pasa una camioneta manejada por un hombre con cara de asesino, unos ojos transparentes y un bigote mafioso.
Su rueda rueda por el charco mojando la acera, y las ideas.

manies con jalea

Los chicharos viven en familias nucleares como los seres humanos de religión catolica.

No apoyes los pies en el sillón blanco que lo manchas con tierra.
Depilate entre las cejas que pareces de otra especie.
Carita de rata.
Patitas de tero grille
Gambas al ajillo- al ajillo.

El árbol de esa esquina es frondoso como una avestruz.
Si me haces piecito alcanzamos la fruta, pero no me dejes arriba del árbol porque se me van a reventar los tímpanos.
No me gustan las ciruelas inmaduras.
Siempre se deprimen y hablan de sueños imposibles.

El calor que emanan los colectivos en verano es desagradable.
El chino del asiento delantero despide un sudor penetrante.
Prefiero carme en el piso del Bondi antes que agarrarme de esas pringosas manijuelas.
En Suecia limpian los asientos con amoniaco.
Gorda estoy cansado ni loco te dejo el asiento.
Vos serás el culpable si expulso el feto en una frenada.
Que me importa total se que no es mío, es del grillo.

Vamos a tomar un helado al baño
Y vemos como se da una ducha el grillo.
El hombre de la parada es un cerdo, se mancho todo tomando helado.
El chancho es el único animal que se quema al sol como los humanos.
¡ hay una bomba en el Bondi! Keanu.
Antony Hopkins es mi actor favorito.
Perdimos la frutilla del helado en Katmandú.


(me agrada jugar contigo Chichi)

B´s boca

Y en la oscuridad tímida esa boca que se ve alumbrada por la yama del faso que los mismos labios sujetan.
Con cada seca se humedecen, e iluminan.
Ese rojo carmesí, anaranjado por el resplandor.
La brasa que brilla.
Al borde una imperfección que los hacen perfectos.
Lo descomunal en lo común, lo raro en lo cotidiano, lo loco en lo sencillo.
Y el humo que baila en tu boca, rondando el metal de tu lengua.
La sonrisa picara.
El diente.

Sos vos.
Sos vos.