viernes, 26 de junio de 2009

16 de Junio

El tiempo me corre, me apura, lo imagino grande, con patas como el de Alicia en el país de las maravillas.
Precipitada, así agitada. Así.
Las responsabilidades me tironean son como monstruos que sacan sus manos flacas cual raíces, sujetándome de las piernas.
Demorándome, desviándome del camino, llevándome por otros afluentes, alejándome del principal.
Y estoy hundida en la ciudad, mareada por sus luces, embebida en el humo toxico que destila.
Las ideas. Las gentes arañando mis ropas, tironeando mis crenchas.
Rasguñan mi cara.
La ciudad me deshumaniza, me despoja de todo lo que soy para dejarme sola desolada.
Y llego al objetivo, la mente en blanco, nublada, ciega.
Solo eso quiero, el, eso, el único azul azul.
Y la depresión total, profunda., intensa.
Me despido, me alejo del factor lo más rápido que puedo.
No tuerzo el cuello, no miro atrás.
Voy hacia adelante, aunque los pies me pesan y el cuerpo no sabe sui quiere desplomarse para no levantarse jamás, o si quiere correr velozmente con una potencia extrema y remontar vuelo cual gaviota.
Yendo al nicho por inercia me topo con dos payasos altos con sus caras blancas y un formal traje con detalles rojos a compose con sus narices.
Me arrancan una tímida sonrisa que no quiere salir.
Uno me regala una flor de globo, y me voy así impulsiva, así caminando rápido.
Hoy me permito estar sola, hoy me permito ahogar el llanto como quiero.
Hoy me lo permito. Para mañana levantarme más fuerte, mas decidida, mas prevenida.
Más más más.
Para seguir hoy paro.

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