viernes, 26 de junio de 2009

Conexiones


Siento sensaciones ajenas.
La necesidad del otro, la ausencia.
En mi cabeza, sus pensamientos.
Poderes, magia, la intuición cotidiana aumenta.
Lo siento. Y ellos también.
Hechicera, me dijo una vez el flaco de voz especial.
El mismo que ahora me traspasa su música.
La melodía de su alma esta en mis oídos.
Adentra a mi cerebro. Cierro los ojos.
Las voces que yo sola ahora escucho, se que son el eco de sus cuerpos enmudecidos que me acompañan, me rozan, y me tocan para traerme de vuelta.
La música en boca, en grito de garganta post carraspera el humo.
Ya antes agonizaba por las noches mientras se aparecía en mis sueños.
Yo lo rescataba de lo mas simple, el me llevaba a lo complejo.

Confío en mi instinto desafiando a la gravedad. La bestia siempre es sabia.

Llamados de auxilio.
Nos vamos juntos, desparramados, nulos, a pie pateando.
Ahora estamos juntas, perdidas, entre los ruidos nocturnos y luces cegadoras.
Rompemos las fotos de esas caras que nos azotan por las cuadras, con sus falsas sonrisas y sus hipócritas promesas.
Todo esta húmedo, los cuerpos acalorados.
Una repentina ráfaga nos envuelve.
Las baldosas tiemblan, el piso se mueve, y las piernas caminan solas.
Separadas del sistema nervioso.
Descontroladas.
Vuelve el ser de la sonrisa desarmada, de la mirada macabra y nariz negra.
Hincándole el diente a las mentes magistrales tras una coraza artificial.

Ombligo observador.
Ser especial, frágil.
La lógica, la razón no son validas en este juego.
Hay infinitas respuestas, o tal vez no exista ninguna.
Yacía inmóvil, enmudecido.
Ella con una mirada le absorbió la tristeza, y la elimino en llanto mezclado con risas.
Necesitas estallar, tu cuerpo como piñata ya no lo soporta.

Y el destino, dejo una aguja enredada con hilo verde en mi cartera.

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