viernes, 26 de junio de 2009

finDsemanalargo

Al ingresar al lugar recibo un abrazo calido inesperado. De segundos.

Un hombre latino, colorcaribe, delgado… sube al escenario, se mueve como marioneta al son de la música, diciendo frases por sobre las pistas. Baila eróticamente, sensual.
Sube una silla al escenario, y cruzado de piernas, con sus botas rojas afiladas, dirige una clase.
Y el otro, me recuerda a un personaje de película, que jamás sabre a cual ni su nombre, pero su pelo negro lacio, chorrea bajo un gorro negro de galán en traje.

Esta ella, ya sabia, ella también. Nuestros encuentros son psíquicos.
Retribuciones perfectas y justas, en el momento preciso exacto. A los pulmones, la mente, la sed, el alma.

Aquel loco bello, único extraño, danza rápido. Como si la música en sus oídos retumbara a otra velocidad.
Baile de conejito.
Y la risa eufórica… despampanante.
Y hay que decirlo cuando uno no esta de acuerdo. Así impulsivo.

Por suerte mis visiones no jugaron en contra, me advirtieron.
Descarte antes.

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