lunes, 6 de julio de 2009

Alo July!

Un tag en la pared de enfrente. Una polaina perdida en la calle o en algún colectivo atestado. La memoria se mezcla en días y meses. Se eleva escuchando una música que solo suena en mis oídos.
La zapatilla mojada, por pisar el charco del cordón de la vereda. Vaya uno a saber donde andaría la vista…
Un bulo, baja un viejo verde de un auto. Una mujer vende gorros árabes de colores estridentes en un kiosco.
Mama con placas blancas en la garganta.
Y mi amigo el rasta que se las arranca con el dedo, y yo le digo que haga eso. Y su cara se deforma en una expresión de horror.
Caricias de un púgil, y una voz tierna que se escucha a través del parlante, desde otro continente desparrama su voz en notas musicales.
Plan de viajes, mapas, enredos de pinturas y collares vendibles…
El semáforo en el bolsillo, las mantas.

Los padres que prestan plata, sin entender… lo hacen de onda.
Perdón má, buena onda viejo.
Pero es el porrito, unas florcitas que salen ricas, cogollito rojo.
Y por ende una gula en el kiosco, así a la pasada.
Un vinito, o una birra fresca…
Y el acido que sale, de onda así, tobara. ¡Para aprovechar te digo!
Volver a casa y la librería abierta, el olor a añejo.
El lugar calido, los grandes, precios rebajadísimos, libros viejos usados, escritos, leídos releídos y resubrayados.
Alguna tela estampada un plan de costura, una pintura, un cuadro para regalar. Unos hilos para un bello collar de un caracol que encontramos en la playa…un cd, porque la música es esencial para no enloquecer, o para enloquecer mas, depende.
Unos sahumerios, y una feria americana amiga.

Locas, tranquilas, absorbidas.
Sentadas en el banco de la plaza. La luz amarilla, casi anaranjada sobre sus hombros. La mano derecha sin el guante dibuja estrellas y payasos.
La otra mano con su lápiz de doble cara remarca frases de un grande en un libro viejo.
El faso regalado en la mano. La música en los oídos.
La gente se mueve, pero no las sienten.

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